divendres, 20 de juliol del 2018

ELEGÍA A MANOLETE DE BERNAT ARTOLA

Volumen que recoge la poesía a Manolete.
El insigne poeta castellonense Bernat Artola i Tomàs  (Castelló, 20 de diciembre de 1904 - Madrid, 8 de mayo de 1958) se sumó, como tantos otros, al duelo nacional por la muerte de Manolete. Y lo hizo con el objetauro que hoy publicamos escrito, presumiblemente, alrededor de la fecha de la tragédia, 28 de agosto de 1.947.

La poesía está recogida en el tercer volumen de sus obras completas, entre las páginas 476 y 479, y tiene el número XVII de la sección 'Poesia solta'. La edición estuvo a cargo del profesor Lluís Meseguer i Pallarés y fue publicada por el Ayuntamiento de Castelló en 1983. 








EL TORO NEGRO

(Alegoría a la muerte de "Manolete")

¡Maldito sea mil veces

aquel toro de azabache

que mató a Manuel Rodríguez

en la plaza de Linares!

¡De rosa y oro el torero,

parecía que la tarde

vestía también con luces

por milagro de su arte!

¡Qué nubes de negro luto,

qué nubes de roja sangre

atormentaron el cielo

con agoreros mensajes?

"Islero" trajo la noche,

la negra noche implacable

como el cuervo de la Muerte

devorador de la carne.

Pero la carne no es nada.

Tan sólo sirve de cárcel

al alma, viva y eterna,

que pugna por libertarse.

Aquel toro de crespones,

con rabia y baba en las fauces,

llevaba en las astas duelo

para enlutar el romance.

Cruel, derribar quisiera

la gloria que no es en balde.

Su crimen abrió la noche

con cirios que lloran y arden.

En el dramático ruedo,

frente al publico que aplaude

la gracia maravillosa

que da perfiles al aire.

"Manolete" abre las alas

de su arrogancia y empaque,

y va mostrando, gozoso,

la sal y el garbo del trance.

¡Qué frisos de antología!

¡Qué indescriptibles imágenes

señeras de señorío

y de majeza sin fraude!

¡"Islero" le está mirando,

y está mirando con hambre,

con la rabia del vencido,

humillado y sin arranque.

¡Y el claro sol de la Fiesta,

el sol que en los alamares

destella sus luces de oro

parece de más quilates!

¡Negro toro; negra sombra!

¡Y el Sol en el negro engaste

como un rubí que presagia

la tragedia y el desastre!

El más criminal cuchillo

se hunde en el diestro que cae

manando rojos claveles

para el clamor de los ayes.

¡Qué pena la tarde llena

de pañuelos y ademanes,

temblorosos cuando temen,

angustiados cuando saben!

¡Adiós, el talle y el brío!

¡Adiós, continente grave!

¡Más que indeleble el recuerdo

vaciado en moldes de nadie!

¡Que el recuerdo no perece,

se hace más vivo y más grande

cuando es dolor quien lo engendra

con hálitos inmortales!

Acabó Manuel Rodríguez

 (¡qué lagrimas en su madre!)

más no murió "Manolete",

que escondido en su carácter

supo dar leyes al viento

para forjar tempestades

de arrebatado entusiasmo

y de fervores unánimes.

Como un ángel misionero

redentor de miserables,

"Manolete" era la luz;

el toro, símbolo infame

de la tiniebla terrible

del mal, que en la tierra plaña.

Ni San Miguel, ni San Jorge,

ni Sigfrido han de olvidarle.

En los pueblos y en los campos,

en los montes y en los valles,

no hay ojos que no lo lloren

ni boca que no le alabe.

¡Negro toro! ¡Negra sombra!

¡Negrura por todas partes!

¡Noche sola, estremecida

por los sollozos del cante!

¡Qué sólo el silencio se oiga!

¡Qué hasta los pájaros callen!

La Muerte ha enlutado el cielo:

¡LA BESTIA MATÓ AL ARCANGEL!